(G. Clooney, 2011)
LA POLÍTICA DE
FONDO
Este film dirigido por George
Clooney adapta la obra teatral Farragut
North del aquí coguionista Beau
Willimon (House of Cards). Utiliza
la política como telón de fondo porque los asuntos y debates sociales que
plantea, actúan de adorno o en todo caso de excusa, para introducir los
argumentos de la trama, que son disputas personales en las que se ve envuelto
el protagonista Steven (Ryan Gosling), junto a su compalero Peter (Phillip Seymour Hoffman).
Entre los escenarios narrativos desplegados, el de la campaña electoral es
el que acapara inicialmente mayor atención, para posteriormente ir cediendo su
protagonismo a otras líneas argumentales. Es un espacio en el que se impone el peculiar
personaje Mike Morris, (G. Clooney), aventajado candidato en las primarias del Partido Demócrata de Estados Unidos. Sería comprensible entender
este personaje como inverosímil, dado que su discurso es difícilmente plausible
en la realidad actual dentro de la cual se enmarca. Pero dicha crítica
desatendería dos puntos relevantes: primero que las frases que esparce el
candidato Morris a lo largo del film no tienen absolutamente nada que ver con la
trama, son independientes de ésta; y segundo porque no son sino un alegato
político que Clooney (como guionista y director) se permite colocar de fondo
para señalar las controversias que implican las campañas electorales y los posibles
conflictos internos de un partido.
El personaje de Clooney es importante en la trama, pero cumpliendo un rol
secundario. Ninguno de sus postulados está relacionado con las acciones que lo
inmiscuyen en la trama. La función del
discurso de este personaje es ilustrarlo como el candidato ideal, al menos para
el Partido Demócrata, alejándose en su postura de circunstancias personales,
para poder defenderlas incluso cuando vayan en contra de sus propios intereses,
mostrándose así como un abanderado de la honestidad. A pesar de no estar
relacionadas directamente con la historia principal, las discusiones generadas por
esos alegatos son bastante sugerentes.
“Consideraría una arrogancia juzgar a alguien sin haberme puesto en su piel.”
Mike Morris (George Clooney)
Es cierto que el discurso no sería
posible actualmente en un presidente estadounidense, pero esto no supone inverosimilitud
narrativa, pues la presentación de Mike Morris es dando su discurso de la religión. Lo que le da valor al
discurso no es su capacidad de concreción en la realidad, sino su relación con
ésta. La cuestión al respecto que sería el preguntarnos ¿por qué debería extrañarnos tanto que ese discurso político
estuviera en nuestro mundo real? Esta es la cuestión, totalmente al margen del
discurso narrativo del film, en torno a la cual gira este ensayo.
“No soy cristiano ni ateo, no soy judío ni musulmán. Mi verdadera creencia, mi religión está escrita en un documento que se llama Constitución. Es decir que defenderé hasta mi último aliento su derecho a venerar al dios en que usted crea, siempre que no perjudique al prójimo.”
1º La creencia en Dios, minuto 4: un gobierno laico que defienda
el derecho a rendir cualquier culto religioso. Hoy día es inconcebible pensar
en un presidente de los Estados Unidos que no inaugure su mandato con el “God bless América”. Tal vez son este
tipo de cuestiones y no la condición racial de Barack Obama, que a fin de cuentas es indiferente para los valores
que se pueden defender desde el Capitolio, las que suponen aún verdaderos
obstáculos a superar por la sociedad estadounidense. Ese horizonte se antoja
desde luego muy lejano teniendo en cuenta que la sociedad no sufrió los abusos
de poder de una monarquía amparada por la iglesia como es el caso de Francia y algunas
colonias hispanoamericanas; y desde luego la violencia por la que se pasó para
consagrarse esos estados laicos no se antoja deseable. Resulta complicado todavía
imaginar que Estados Unidos pueda asumir la pluralidad religiosa que acoge en
su sociedad, en donde la tendencia es que los inmigrantes renuncien a su
cultura pasada a favor de asumir su ciudadanía estadounidense.
Preguntado por si se encontrara con el asesino de su mujer paseando libremente: |
“–Si encontrara al asesino buscaría cómo matarlo.
–Por tanto, usted Gobernador, aplicaría la pena de muerte.
–No. Cometería un asesinato por el que iría gustoso a la cárcel.
–¿Y por qué no dejar a la sociedad que haga eso?
–Porque la sociedad tiene que ser mejor que el individuo. Si yo hiciera eso, estaría actuando erróneamente.”
2º La pena de muerte, minuto 25: prohibición de la pena de
muerte aún para aquel a quien se le desea la muerte. El candidato Morris está
aceptando que en el peor de los casos, el asesino de su mujer va a perpetua,
pero por algún fallo del sistema acaba saliendo libre, y en el caso de
encontrárselo le daría la muerte que la sociedad debería evitar, a costa de
asumir en el peor de los casos una cadena perpetua de verdad. No hay
contradicción en el discurso, tan solo una separación entre la función de la sociedad y las circunstancias del individuo.
Aquí viene a colación el
vacío que se ha de reservar a la ley. Nadie puede ocupar el lugar de la ley. Si
Clooney reconoce que mataría al asesino de su esposa, reconoce que no está,
como individuo que es, facultado para dictar individualmente cómo se ejerce la
ley y que su pasión lo llevaría a querer consumar su venganza. Pero el segundo
asesinato no es un asesinato ejecutado por ninguna institución, sino por el
individuo que se ve en circunstancias que lo llevan a extralimitarse de las
conductas éticas sociales. Si en ambos casos, con pena de muerte o con cadena
perpetua que no se llega a cumplir, el asesino acaba teniendo el mismo castigo,
es porque en el segundo caso la ley no funcionó, y deberá funcionar para el
segundo asesino, igual que debería haberse procurado que funcionase para el
primero. Si la cadena perpetua funcionase para el asesino correctamente, la ley
estaría evitando que tuviera la venganza con un segundo asesinato.
En definitiva, al igual
que sucede con estos y otros discursos de Morris, como su política
medioambiental, que se inmiscuyen en la trama, es que son el soporte de ésta
actuando a modo de ‘MacGuffin’, pues
se nos introduce inicialmente en la preparación de una campaña y el meeting del
candidato a presidente, para llevarnos luego a los conflictos personales de un ideólogo.
El discruso no requiere ser asumido en términos de verosimilitud, sino como un
alegato que podríamos atribuir a George Clooney quien, como director y
guionista, se reserva un rol secundario en el cual personificar la propuesta
ideológica del que podría ser para él un candidato ideal, y por tanto, un
presidente ideal.
“¿Cómo voy a darle la secretaría de Estado a un tío que quiere eliminar los diez últimos pisos de la ONU?”
Esta historia es la de
dos ideólogos y una becaria, empleados en una campaña del Partido Demócrata en la que se ven envueltos y
si el personaje de Clooney tiene alguna relevancia en ésta, lo hace como
personaje secundario y su intervención dramática no está relacionada con el
contenido de sus meetings políticos. Incluso si trasladásemos los personajes y
los discursos al Partido Republicano, se podría mantener la reticencia a tener
que negociar apoyos, aunque
posiblemente en el Partido Repúblicano no se plantease como una cuestión moral
sino personal. Aun así, no es el contenido ideológico de los discursos lo que
incide en la trama, éstos son sencillamente un adorno que George Clooney se
permite y lo hace derogándolos en un personaje que se ha reservado, en un lugar
apartado de la trama.
“¿Sabéis cómo se plantea la guerra contra el terror? Pues sin necesitar más su producto. Su producto es el petróleo. Si no lo necesitamos ellos desaparecerán. No tenemos que bombardear a nadie, ni tampoco tenemos que invadir a nadie.”
Podemos entender por lo
dicho hasta aquí que el director expone sus ideales políticos y sería muy
legítimo pensarlo. Pero en última instancia, lo más valioso aquí es que nos
despliega una serie de cuestiones sobre las cuales reflexionar. La historia principal
invita a reflexiones sobre los entornos político, sobre el desconocimiento de
nosotros mismos ante situaciones límite y sobre cómo éstas situaciones inciden
en el trayecto al que conducimos nuestra vida; pero el discurso político del candidato Morris hacia donde puede llevarnos
es hacia otro tipo de reflexiones, más relacionadas con el cuestionamiento de nuestra
realidad. ¿Es un país con pena de muerte
un país justo? ¿Qué consecuencias tiene el adoptar una postura como es el estar
en contra de la pena de muerte? ¿Estaría mejor capacitado para dirigir un país
pluricultural y con ciudadanos de tantas religiones un presidente que no crea
en Dios, y por tanto, que esté a la misma distancia de todas las religiones
siempre y cuando, como es el ejemplo, no vaya en contra de ellas? Vivimos en una realidad en la que estas
ideas están todavía muy lejos de ser aceptadas y es conveniente tomar
conciencia de ello. Los alegatos que
podrían entenderse como pretensiones políticas a modo de llamada de atención a
la sociedad, conducen a profundas reflexiones para adentrarnos en cuestiones de
fuerte calado social y que son temas decisivos, sea cual sea el rumbo que estas
cuestiones adquieran en las próximas décadas, para determinar nuestro futuro global
más inmediato.
Luis N. Sanguinet
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Vi la película hace muy pocos días y me pareció muy buena. No había caído en que lo que defiende Morris en la película debe ser seguramente las ideas del propio Clooney (demócrata reconocido). En especial me hizo gracia la que tiene que ver con la pena de muerte, pues coincide punto con punto con la idea que yo siempre he defendido. En cualquier caso, y esto habla de la honestidad de Clooney y del pesimismo de la película, el hecho de que sea demócrata no inmuniza al candidato contra todos los males de la política y el abuso de poder.
ResponderEliminarUn saludo
Me parece muy acertado lo que comentas del pesimismo y el no inmunizar al candidato por ser demócrata. De hecho, Beau Willimon, autor de la obra original y coguionista de esta película, es el creador de la versión estadounidense de House of Cards. En House of Cards (1990) original, el protagonista es del Partido Conservador. Al cambiar el escenario británico por Estados Unidos, haber dejado al protagonista en la misma linea ideológica, que sería el Partido Republicano, habría parecido más una crítica a las prácticas neoliberales a las que éstos son más proclives. Situándolo en el Partido Demócrata la controversia es mayor porque los candidatos a la presidencia, tanto en Lo idus de marzo como en House of Cards, se encuentran engullidos por escenarios que los llevan a prácticas a las que, en principio, no deberían ser tan proclives.
EliminarOtro saludo
Habría que añadir a la comparación, la postura antagonista de ambos personajes. Mientras este Morris sería el candidato demócrata ideal, Francias Underwood (Kevin Spacey) sería el más indeseable, pues solo ansía poder y reconocimiento políticos y para ello mueve los hilos, manipulando a los personajes de todo su entorno para conseguir utilizarlos en su exclusivo y propio favor.
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