(Foxcatcher, Bennett Miller, 2014)

La lucha libre, deporte en torno al cual gira este film, es una competencia de habilidades físicas, pero también es decisiva la dimensión mental para determinar las capacidades del individuo sobre las que se sustenta. El factor psicológico está muy presente en este trabajo, al abordar conflictos morales que exceden lo meramente competitivo de la disputa de medallas olímpicas. El atleta Mark Schultz (Channing Tatum) entrena con su hermano David (Mark Ruffalo) en el gimnasio de su barrio, hasta que John ‘Golden Eagle’ du Pont (Steve Carrel), ególatra miembro de una opulenta dinastía, aparece en su vida dándole todo lo que necesite para conseguir el oro.

Los tres actores hacen un trabajo que nada se parece a lo que han hecho hasta ahora. El ritmo es pausado y dramáticamente calmado, apoyándose en los tiempos muertos de los personajes. Esos momentos vacíos son protagonistas de este relato. Tienen más duración los desayunos previos al entrenamiento, que los propios entrenamientos; y las esperas antes de los discursos, más que los discursos mismos. Los momentos de soledad son acentuados por los extensos silencios que dichas escenas generan, sobre los cuales resuenan los ecos de algunas preguntas abordadas. ¿Qué esperas alcanzar? ¿Qué metas persigues?

A Mark Schultz le falta una voz que acredite su esfuerzo, más de lo que lo hace el apoyo de su hermano, que le haga sentir que su trabajo no caerá en saco roto. Es capaz de renunciar a lo que tiene por alcanzar una meta propia. Du Pont le permite tener todos los recursos para prepararse físicamente, pero mentalmente Mark necesita el apoyo emocional de su hermano, pues es algo que no encontrará en la finca de los du Pont.

El petulante du Pont se mofa de la pasión de su madre por la equitación. “Los caballos son estúpidos, solo comen y cagan”, no son capaces de agradecerle su dedicación como lo hacen las personas. Pero ¿realmente trata du Pont a sus luchadores como a algo más que meros animales? ¿Les aporta algo más allá de los recursos económicos que permita reconocerle alguna faceta en particular para la lucha libre? La renuncia de Mark a lo poco que tiene para alcanzar su objetivo, du Pont no puede realizarla, pues no tiene nada para perder, no tiene ningún vínculo emocional con nadie. Únicamente vive de un deseo de reconocimiento, camuflado a modo de patriotismo estadounidense, al servicio del cual los luchadores son meras herramientas. Gastar su dinero carece de mérito y esfuerzo para Golden Eagle, como él mismo muestra al darse el capricho de comprar y desatender un tanque de guerra.

En la triada protagonista se establecen relaciones vinculantes con Mark, que es quien actúa en el mundo físico, el del tapiz, el del Yo. Du Pont actúa como su Ello, personifica deseos, hace lo que le place y posee lo que quiere -incluso un tanque- sin medir las consecuencias de sus actos. Son los demás quienes deben ajustarse a sus exigencias. Mientras que David, con su vida familiar, influye a Mark en la concepción moral y la conducta social que atañe a sus decisiones, a modo se Superyó. Pero solo le da consejos, no le obliga a renunciar a sus deseos. Mientras que por el otro lado de la partida, du Pont sí le exige entrega total: no tolera nada que se desvíe del deseo, la medalla de oro.

Mientras el Ello, Golden Eagle, du Pont busca el reconocimiento como mentor al que el Yo Mark obedece, el Superyó que representa David para su hermano no se reclinará ante los deseos y el poder. Mark, el Yo, interactúa con ambos y busca el camino de alcanzar sus satisfacciones más personales, sin aniquilar sus vínculos personales y afectivos: además de luchar por el oro, algo que queda en segundo plano en esta película, Mark tiene ante sí el reto y la responsabilidad de intermediar entre lo que él desea del mundo y lo que la sociedad puede esperar de su comportamiento.

Luis N. Sanguinet