Trumbo
MadMax
Dunkirk
(David Ayer, 2016)
INTENTANDO ELOGIAR AL CAOS
Warner Bros. ©2016

Cuando la humanidad esté en peligro, incluso unos perversos supervillanos servirían para protegerla. Bajo esta premisa, Amanda Waller (Viola Davis), una superior del gobierno, recluta por su cuenta a villanos que ha conseguido encerrar en la prisión de Gotham City. Entre ellos destacan Deadshot (Will Smith), mercenario francotirador que jamás falla un disparo y Harley Quinn (Margot Robbie) psiquiatra enloquecida de amor por el Joker (Jared Leto). Un planteamiento retomado de Doce del patíbulo (The Dirty Dozen, Robert Aldrich 1967), donde el indisciplinado Mayor Reisman (Lee Marvin) debía adiestrar a 12 criminales, con penas de muerte y condenas de 30 años, que se les perdonarían si tenían éxito en una misión suicida para acabar con altos cargos nazis en la II Guerra Mundial. En este caso, los suicidas van a una ciudad sometida a una entidad divina, que ha convertido a los ciudadanos en monstruos serviles y pretende extender su poder a todo el planeta. Ante este orden absoluto al que quedaría anulada la humanidad, los villanos que disfrutan corrompiendo al planeta, se quedarían sin un caos que promover y ahí debería radicar su implicación en esta misión, pero el planteamiento a priori sencillo se enreda y adorna innecesariamente.


El desarrollo es entretenido y acompañado de una banda sonora seleccionada para cada situación, al estilo de Watchmen (Zack Snyder, 2009), haciendo que parte de la película se convierta en una sucesión de vídeoclips. Funcionan las subtramas de personajes: Deadshot busca darle un buen futuro a su hija, Diablo (Jay Hernández) se niega a usar su poder controlando el fuego porque le ha costado perder a su familia y Harley Quinn ansía ser rescatada durante la misión, por un Joker que aparece menos en escena de lo esperado. Se cuela un romance entre Rick Flag (Joel Kinnaman), el militar que lidera al grupo, y June Moone (Cara Delevingne), poseída por Enchantress, la deidad que escapa del control de Amanda Waller y amenaza a la humanidad junto a su hermano. Al ya numeroso reparto hay que sumar a Killer Croc, Boomerang, Katana y Slipknot. Cada personaje tiene su presentación en flashbacks con estética de cómic, lo que ocupa los primeros cuarenta minutos definiendo personajes, que tendrán (o deberían tener) ocasión de definirse por sus acciones en su implicación en la historia. Sobran personajes, al punto de que Slipknot, sin siquiera haber sido presentado, aparece meramente para demostrar que el explosivo que tienen todos implantados en el cuello funciona, por lo que están obligados a acatar las órdenes.


Parece haber un exceso en querer dar a conocer personajes del cómic, que resultan intrascendentes para resolución de la trama, especialmente Katana y Boomerang. Comparando esta situación con Batman v. Superman, tenemos a una Wonder Woman aparece, se define y cumple su función sin necesidad de presentaciones detalladas. La presentación de personajes juega en contra en esta película. Tampoco ayuda que una trama tan sencilla como es ir a matar al enemigo, haga acopio de incongruencias en su explicación y justificación, algo que guarda en común con su predecesora narrativa Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (Zack Snyder, 2016). No habría necesidad de crear un escuadrón de delincuentes para proteger a la Tierra, en el caso de que el próximo ‘metahumano’ sea malvado porque para encerrar a estos criminales han acudido a superhéroes, de hecho Batman (Ben Affleck) y Flash (Ezra Miller) capturan a varios de ellos: si ya cuentan con los buenos y que además son mejores, porque los han capturado fácilmente, ¿para qué reunir un equipo de 'supermlavados'? Tal vez nos venden que a los criminales está justificado extorsionarlos, mientras que si los superhéroes se desentienden del planeta, no habría cómo obligarlos a actuar. El otro problema es que el primer ‘metahumano’ malvado en aparecer es Enchantress, una de los reclutados. Hasta que ésta no se revela, que es después de la primera media hora, el conflicto a resolver no ha sido planteado y el escuadrón no ha tenido otra causa que la iniciativa paranoica de la propia Amanda Waller.



A pesar de las complicaciones la trama principal, por sencilla y divertida, permanece visible y disfrutable entre tantos enredos argumentales, que en ningún momento la enriquecen. Aunque los anuncios hicieran presagiar que sería una versión gamberra de Los Vengadores [para eso ya está Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014), con personajes clandestinos menos radicales pero que en parte por ser menos, se complementan como equipo], Suicid Squad es un trabajo mucho más modesto que sus propios trailers; y por su menor ambición, funciona mejor que su predecesora narrativa: si Batman v. Superman pretendía fallidamente ser una cinta adulta, ésta cumple la formalidad infantil y despreocupada que se le presuponía. Esta entrega nos deja a un buen villano que le da cuerpo a la historia: Deadshot, cuya transformación lo lleva de poner precio a cualquier cabeza, a renunciar a una recompensa perdonando a su objetivo; pero sobre todo nos deja a Harley Quinn y al Joker, dos personajes que siendo el principal reclamo comercial de la película, dejan dos sensaciones distintas: Margot Robbie aprovecha al máximo su personaje, dentro de las limitaciones narrativas y funcionando como alivio cómico para aligerar el peso narrativo y construyendo un personaje que acapara la atención en cada situación del grupo. Mientras que el trabajo de Jared Leto es más breve del presumible: sus apariciones son para complementar a Harley Quinn y para mostrarnos pinceladas del que puede ser un perverso villano para futuras producciones. Por lo que hemos visto es un Joker postmoderno, con un sentido del humor histriónico, más perturbado que gracioso y con mayor intención de generar incomodidad que de divertirse mientras hace el mal. Una revisión del personaje que no es mostrada completamente y que merece la pena ser más aprovechada (teniendo en cuenta que se han descartado bastantes escenas, según el propio Leto), como personaje icónico que es del reinado del caos. La coacción a la que se ven sometidos los miembros del escuadrón, hace que se impliquen en la trama por su propia supervivencia, dejando en segundo término y adoptándola en un momento ya muy avanzado de la trama, la postura voluntaria y desinteresada de salvar al planeta defendiendo su punto de vista como criminales representantes del caos, el cual lejos de ser reivindicado, se limita a funcionar como adorno estético de este relato.


Luis N. Sanguinet






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