CREED: LA LEYENDA DE ROCKY

(Ryan Cooglar, 2015)

EL REQUETEÚLTIMO ASALTO

A pesar de que la sexta entrega parecía haber cerrado la saga de Rocky, la séptima entrega llega con un giro narrativo que rompe con la saga: Adonis Johnson (Michael B. Jordan), hijo ilegitimo del fallecido en Rocky IV Apollo Creed (Carl Weathers) con el cual guarda un gran parecido, es un joven inadaptado que tras salir del reformatorio y a pesar de colocarse en una oficina importante, decide seguir un impulso instintivo y lo deja todo para entrenarse como boxeador sin haber recibido preparación alguna. Dado que nadie lo toma en serio, decide buscar un mentor en el mejor amigo de su padre, el mítico Rocky Balboa (Sylvester Stallone), que sigue trabajando en su restaurante y se muestra reticente a volver a relacionarse con el boxeo, prefiriendo continuar una vida solitaria .

El tándem director-actor que forman Ryan Cooglar y Michael B. Jordan, que ya hicieron Fruitvale Station (2013), sustituye a Stallone en los mandos de escritura y realización, convirtiéndose en la primera entrega que no lleva su firma en el guion. Michael B. Jordan, con experiencia protagonizando los films de acción Chronicles (Josh Trank, 2012) y Fantastic Four (Josh Trank, 2015) y asume el rol protagonista, dejando a Stallone como entrenador secundario. Si bien la saga ha sido una exaltación del gusto de Stallone, redimiendo las exigencias que le pusieron en el guion de la magistral primera entrega (Rocky, 1976), en todas las entregas ha cumplido, cayendo en las III y IV en consecuciones de videoclips, pero que manteniendo unas constantes como los entrenamientos rústicos, golpeando carne, persiguiendo gallinas y trotando por las calles, se consagró como un mito moderno en las taquillas de los años ochenta. Pero en esta entrega los guiños escasean o se ven reversionados como la escena de maratón callejera, cambiando el Gonna fly now de Bill Conty por un Fighting Stronger de Jhene Aiko con mezclas de hip-hop.

A la lista de personajes ausentes, junto a la esposa Adrian (Talia Shire) y al entrenador Mickey (Burgess Meredith), se suman las de su cuñado Paulie (Burt Young) y el entrenador de Apollo, Duke (Tony Burton), ambos presentes en el revival anterior. El único personaje referente de la saga es ya el propio Rocky, que vive inundado en una soledad de la cual sale sin mucho convencimiento, pues el ring le supone el recuerdo de un pasado que nunca volverá. La excusa del entrenamiento a Adonis le plantea la posibilidad de colaborar en un legado, que aunque no es el suyo, es el que su mejor amigo Apollo no tuvo oportunidad de mantener.

El personaje de Adonis comparte con el del mito griego el no haber conocido a su padre biológico Cíniras, Rey de Chipre. Al igual que su homónimo mitológico, que desatendió las advertencias de su mentora Afrodita, dejándose tentar por el peligro de cazar jabalíes; Adonis desobedece los consejos de su madre, buscando en el ring huir de un destino que se le muestra demasiado estático, plácido y tranquilo. La sombra de la muerte trágica en combate de su padre, lo hace sentirse falto de algo por lo que luchar. Pero las referencias míticas e intertextuales e incluso autorreferenciales escasean, haciéndola una película bastante diferente del resto, siendo más una película de boxeo al uso, que una película de Rocky.

Esto la convierte en una película más seria que las anteriores de la saga, cuando una característica importante de las películas que ha dirigido Stallone en la última década (especialmente en la saga de The Expendables) incluída la anterior entrega de Rocky, es la de reírse de sí mismas, como películas de acción llenas de tópicos del género. Este tratamiento de seriedad evita caer en clichés de manera absurda o sin justificación argumental, pero queda lejos de devolver la saga a la excelencia de su film inaugural. Lejos también queda de películas de boxeo con cierta profundidad dramática como The Boxer (Jim Sheridan 1997) o The Fighter (David O. Russel, 2010), lo cual nos deja una película poco seductora, tanto para los seguidores de Rocky, como para los amantes del buen cine de acción.

"La razón por la que no quise escribirla fue por estar dirigida a una generación totalmente nueva. Cuarenta años han pasado, y lo que funcionó en mi generación no funciona exactamente en esta generación. Todo ha cambiado."

Sylvester Stallone a Ellen DeGeneres

Consciente de la dificultad debida al cambio generacional, que le supondría reconducir a su personaje hacia la seriedad que tenía en los años ochenta, Sylvester Stallone descartó participar en la escritura y dirección. Esto le ha permitido centrarse en caracterizar al personaje, que debido a una enfermedad terminal le supone algo más de trabajo incluyendo una pérdida de peso. Pero además su testimonio reconoce que el objetivo es dirigirse a la gente joven de ahora, que no es a la que iba dirigida Rocky Balboa (2006), la cual daba lo que prometía: una película más de Rocky cuando éstas peligraban con caer en el olvido. No tenía mayores aspiraciones exigibles y cumplía con creces la previsión de guiños con canciones de las anteriores, repitiendo secuencias emblemáticas y la presencia de los mismos actores a pesar de los años en un ring. Pero tras confirmarse en la sexta entrega que el hijo de Rocky no seguía sus pasos, Stallone busca que Balboa deje su legado en los puños de un nuevo joven que atraiga a nuevas generaciones. La sexta entrega, con sus carencias, dejaba claro que Rocky no merecía despedirse con la quinta y además permitía despedirlo dentro el cuadrilátero. Esta nueva despedida del personaje estropea la anterior, en busca de un conclusión más realista pero que desentona con lo que ha sido la marca de la casa. Quién sabe si no habrá otra despedida más.

Luis N. Sanguinet