IRRATIONAL MAN

(Woody Allen, 2015)

PIENSO, LUEGO… ACTÚO

“Los filósofos han interpretado de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.”

Karl Marx

(Tesis sobre Feuerbach)

La célebre frase de Marx de su Tesis sobre Feuerbach resuena en este trabajo de Woddy Allen, aunque las referencias filosóficas explícitas están dirigidas principalmente a Kant, o mejor dicho, contra Kant. Abe Lucas (Joaquin Phoenix) es profesor de filosofía, mujeriego y está en un momento crítico y desorientado de su vida, cuando se traslada para impartir clases en la universidad de una pequeña y apartada ciudad. Allí conoce a Jill (Emma Stone), su alumna más destacada y a Rita (Parker Posey), la profesora más promiscua del campus. Pero más allá de la química sexual que pueda encontrar en ese triángulo amoroso, Abe busca en su nueva estancia un sentido para su vida y su pensamiento, que trascienda cualquier teoría filosófica, que en el camino de la puesta en práctica tendrá la posibilidad de alterar los principios en que se apoyan los personajes que se han acercado a él.

Las referencias repartidas en el film apuntan a Kierkegaard y sobre todo a Kant, pues dos planteamientos kantianos funcionan en clave argumental: uno es el la aspiración a una sociedad cosmopolita presidida por una ética universal, el otro es la descripción del saber absoluto y las cuestiones metafísicas como una búsqueda jamás alcanzable. Abe Lucas reúne ambos pensamientos atendiendo a la idealización de una ciudadanía mundial moral como un reto inalcanzable, concretando incongruencias sociales que hacen imposible su viabilidad práctica, siendo una de ellas la falta de acción producto de la verborrea en que puede caer el excesivo debate teórico, debido también a la desconexión existente entre los planteamientos de los grandes pensadores y la acción de los ciudadanos comunes. La crisis existencial que bloquea a Abe le impide avanzar hasta en sus escritos teóricos, pues lo que lo atormenta es precisamente la indiferencia para los ciudadanos que tendrá su legado. De esta controversia es de la cual llega impregnado el profesor y de la cual contagia a los personajes con que se relaciona.

“La metafísica es imposible como ciencia pero irrenunciable como inquietud humana.”

Immanuel Kant

“No hay camino más corto para perder el gusto por una cosa que saborearla demasiado.”

Søren Kierkegaard

Partiendo de este símil gustativo de Kierkegaard, Abe ha saboreado demasiado su implicación crítica con las teorías de los filósofos que explica a sus alumnos. Ha perdido el interés por la vida y por tanto nada lo ata a la misma. Esto hace que Abe se atreva a jugar a la ruleta (no solo en un parque de atracciones) y dejarse llevar lejos de los preceptos de la racionalidad, quedando a merced de hacia dónde lo lleven tirando de él, los dos personajes femeninos que lo acompañan en el relato. Rita por su parte más interesada en las relaciones interpersonales que en su campo de estudio, ha saboreado en exceso una vida basada en conocer y relacionarse con cuanto acontece en la pequeña ciudad, la cual se le queda pequeña. Ambos adultos están cansados de la vida que han llevado hasta ahora.

Por otro lado, la joven Jill experimenta un interés en su profesor, aumentado por el creciente desinterés que experimenta por su novio Roy (Jamie Blackley) el cual comienza a resultarle insípido para sus pretensiones intelectuales. Jill aún tiene por saborear muchos de los elementos que rodean su vida, y es esto lo que la empuja casi instintivamente hacia su profesor. Deslumbrada, Jill busca insaciablemente aprehender la total complejidad de la vida de su sublime profesor, implicando los hechos del pasado de este en el dibujo emocional que acapara su atención. Cuanto más obstáculos interpone Abe, aumenta el deseo de Jill por estar con él, experimentando más que una atracción sentimental el placer de visualizar un ideal inaccesible, proyectado sobre una relación de rumbo impredecible.

En el apartado narrativo los elementos están audazmente distribuidos para sembrar indiferencia y cosechar sorpresas reveladoras y gratificantes. Se mantienen bastantes de las principales constantes de Allen, esencialmente en lo referente a las relaciones de parejas: infidelidades, celos y rupturas sentimentales se reparten en el argumento incidiendo en el nivel dramático de cada personaje. Pero surge un nuevo tema no tan recurrente, aunque sí ya tratado en sus anteriores thrillers dramáticos Match Point (2005) y Casandra’s Dream (2007), que es el del asesinato perfecto, en esta ocasión con una dimensión filosófica, que dirige la atención a las controversias éticas y morales de una manera más visible que en los mencionados trabajos anteriores.

“La ansiedad es el vértigo de la libertad”.

Søren Kierkegaard

Esto nos deja un thriller filosófico donde la cuestión principal que rodea los indicios de un crimen, no es tanto si el asesino es descubierto o no, que por supuesto es relevante para la integridad de quien lo cometa; sino en que los argumentos que amparan la acción sean capaces de sostenerse en el relato personal de quien podríamos considerar un ‘hombre de bien’. El placer de la filosofía –definida por Abe Lucas como “masturbación verbal”-, radica en trazar una búsqueda sin un fin último aprehensible, pero que permite comprender mejor el mundo y nuestra situación en él. El propósito de este profesor de filosofía encarnado por Phoenix, es escapar de la angustia que lo consume, provocada por la necesidad de decisión anterior a toda acción tomada en libertad. Al realizar una acción que encaje con una propuesta teórica de construir un mundo mejor, se pasa a cuestionar es si en la práctica el acontecimiento será tan ideal como estaba previsto, teniendo en cuenta que no podemos controlar todas las consecuencias que desencadenan nuestras acciones. Por ello, la acción misma puede considerarse dentro de los inalcanzables absolutos, si no en el mismo saco, en uno muy parecido al que Kant asigna a las pretensiones metafísicas.