MAPS TO THE STARS

(David Cronenberg, 2014)

CONSTELACIÓN DE PARANOIAS

David Cronenberg firma un ejercicio de malabares argumentales, enmarañando los miedos y las tenebrosas sombras a las que se enfrentan los habitantes del sobreexpuesto mundo del celuloide, en los momentos en que las cámaras no los están tomando en cuadro.

Esta ficción nos presenta a Agatha (Mia Wasikowska), una joven recién salida del psiquiátrico que busca volver a comenzar su vida desde cero en Beverly HIlls, donde viven sus padres y su hermano, quienes aún no saben de su regreso y se encuentran lidiando con problemas personales que absorben sus vidas. Benjie (Evan Bird), su hermano, es una prepotente estrella de apenas quince años, que acaba de salir de desintoxicación; y su padre, Sanford Weiss (John Cussack), es un terapeuta televisivo que trabaja para personalidades de renombre como Havana Segrand (Julianne Moore), una actriz cuya carrera parece estar precipitándose hacia un incierto abismo.

El relato mantiene un tono tan satírico como crudo, que configura un maduro punto de vista crítico, serio y estupefacto, sobre los personajes y sus asuntos a tratar, incluso cuando las circunstancias rozan el esperpento. Las metáforas y símbolos inundan escenas de intimidad y soledad, que son elementos que aterrorizan e intimidan a estos personajes, cuyas pesadillas toman forma proyectando fantasmas, personificando así sus tormentos. Vemos como especialmente Havana y Benjie son incapaces de distinguir las facetas de sus vidas que son expuestas en el escaparate cinematográfico, de las dimensiones interiores que sus vidas albergan o deberían albergar. Esas dimensiones que abordan sus relaciones con las personas que tienen más cercanas y con sus propios sentimientos. Sus miedos se focalizan en huir de ese espacio en que se deben relacionar sinceramente con su entorno y con ellos mismos.

Las personalidades de estos personajes están en sintonía con la gélida y siniestra atmósfera que envuelve continuamente el relato. Los enfermizos excesos y controversias de la vida en el estrellato son temas recurrentes en las últimas décadas, con ejemplos referentes en films como Celebrity (Woody Allen, 1998), o en series como Entourage (Doug Ellin, 2004/2011), por nombrar algunos ejemplos descarados. Pero los matices que imprime Cronenberg, generan un ambiente espeluznante y turbador, más cercano al tratamiento que ha dado a asuntos similares David Lynch, en Mullholand Drive (2001) e Inland Empire (2006). Precisamene, el personaje de Havana, despliega una versión más personal y resumida del enfrentamiento entre actriz y personaje al que se enfrentaba Laura Dern en Inland Empire. El papel con el que Havana se las tiene que ver, es el de su propia madre, que permanece joven como murió, con mejor aspecto que ella misma, y con una sombra que al parecer la viene persiguiendo a lo largo de su carrera y que no se muestra capaz de superar.

Llaman la atención el cameo de Carrie Fischer y la discreta aparición de Robert Pattison, quien parece buscar un giro de timón en su carrera de la mano de Cronenberg, que ya lo incluyó en su anterior trabajo Cosmópolis (2012). Su trayectoria parece esbozar un cambio de dirección, con trabajos críticos con las incongruencias y contradicciones del sistema social y económico, tomando así distancia de su pasado más cercano al cartel de Hollywood, con algunos trabajos más comerciales y superficiales. Ya veremos por dónde continúa su rumbo.

A modo de conclusión, podemos señalar dos miradas principales que se pueden dirigir al correr el telón, y ver cómo se mueven los hilos detrás del escenario o de las cámaras: una sería ver el apartado artístico, que es lo que hace Birdman (A. G. Iñárritu, 2014), que aunque se centra en una obra de teatro y no de cine, nos muestra cómo se desenvuelven las vidas de los actores mientras va saliendo adelante el proyecto, destacando así las facetas creativa que se encuentran tras el telón. Mientras que la otra mirada es la que encontramos en Maps to the Stars, que muestra el desarrollo de las vidas de estos actores, en todo cuanto se mueve lejos del mundo creativo, incluso roznado por fuera los límites comerciales y abordando las brutalidades de las competencias de egos y la influencia de estas en el ritmo de vida que tiene lugar detrás de las cámaras. David Cronenberg plasma en este film los grados alcanzables de egoísmo y las incongruencias para con la condición humana a las cuales éste puede conducir. También se atiende a cómo se articulan los intereses y las preocupaciones, en función de las condiciones que envuelven una situación y clase social determinadas, como ya lo había hecho en Cosmópolis, pero consiguiendo ahora un discurso más madurado y fluido.